«Es imposible librarse de las mujeres. Muchas personas lo han intentado, es imposible. Tan imposible como que un árbol renuncia a la tierra. Está anclado en ella.
La mujer es la Tierra. Estás enraizado en mujer. Sales del vientre, sales de él y, de alguna manera, nunca sales, algo permanece enraizado. Y de ahí toda esa atracción por las mujeres. De hecho, la penetración sexual no es otra cosa que buscar nuevamente el vientre. Y como ahora ya no puedes entrar en él completamente, lo penetras sexualmente. Es una búsqueda del vientre, una búsqueda de las raíces.
El método más antiguo que se ha intentado para escapar de las mujeres, es convertirse en monje.
En occidente se está probando otra forma de evitar el compromiso con las mujeres. Los hombres se relacionan con las mujeres, más solo superficialmente, de manera que si uno empieza a enredarse, puede escapar. Hay un miedo al compromiso.
Mi sentir es que si te comprometes, el miedo se disolverá. Va a ser arduo, el compromiso es arduo. No estoy prometiendo un jardín de rosas. Es espinoso y el sendero es difícil, más el crecimiento llega de esa manera. Llegarán las peleas, estarán el mal genio y las miserias, los conflictos y momentos de agonía, y pasarás por momentos en los que nunca me podrás perdonar.
La mujer trae realidad y el hombre vive en sus sueños. La mujer llega y hace pedazos todos los sueños. Ella es bien terrenal, bien real. El hombre es soñador, la mujer es realista, y así te hará tocar tierra.
A menos que un hombre se comprometa con una mujer, nunca se hará adulto, permanecerá siendo niño.
La madurez llega cuando empiezas a encontrarte con una mujer. Realmente, ella crea espacios que tú no recuerdas, traerá a la superficie tus propias caretas, esas que nunca emergerán por sí mismas.»
Osho
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